lunes, 21 de octubre de 2013

UN LIBRO DE EMOCIONES

Si al abrir un libro nos encontráramos con 4 rostros que expresan las siguientes emociones: alegría, tristeza, ira y temor...



...y nos pidieran que escogiéramos una de estas expresiones para identificarnos, seguramente escogeríamos la alegría, aunque por dentro nos sentiríamos con ira y amargura por algún problema en los estudios, el trabajo o la familia.

Esta situación es común en muchas personas, quienes tratan de no mostrar sus verdaderas emociones y las ocultan con el temor de dañar a alguien si éstas salen a flote. Para los psicólogos y educadores, el tratar de dar una solución al control y aprovechamiento de las emociones es una tarea diaria. He aquí que creamos un libro donde podemos anotar las emociones que nos transmiten los demás (y viceversa) y luego leemos todas nuestras experiencias y las podemos compartir con los demás.

Una carretera emocional

Imaginemos que vamos en un auto a 100 km/h, por una carretera solitaria, y de pronto se poncha un neumático. Lo primero que haremos, después del susto, será revisar si tenemos alguna contusión, para luego arreglar el auto...

En esta situación nos damos cuenta que lo primero que importa es nuestra integridad física, pero así de importante también lo es la psicológica, pues de ésta depende si seguiremos bien después de cenar, al dormir, al estudiar, etc.
Para mejorar nuestras relaciones con los demás debemos imaginar que la vida es como una carretera (no tan solitaria) y que en ella encontramos muchos obstáculos, los cuales debemos saber esquivar, para eso necesitaremos de buena pericia al volante. Así es como debemos manejar nuestras emociones, con autocontrol, tranquilidad y asertividad; pues, solo de esta manera logramos llevar una buena convivencia con los demás y con nosotros mismos.

Un paseo y una solución

En las escuelas se reportan muchos casos de maltratos, consumo de drogas, abandono, etc., los cuales muchas veces no son bien tratados por desconocerse las causas que generan estos problemas. Para ello, el educador, quien está capacitado para afrontar esta realidad debe actuar con cautela, sin herir sentimientos y adoptando un trato paternal para con sus alumnos. Se debe investigar las causas de los hechos y denunciar a los generadores de estos problemas.
En el trabajo y otros lugares también se aprecian diversos problemas emocionales y conductuales, los cuales deben ser tratados con precaución y profesionalismo, conversando, generando confianza con los demás. Solo de esta manera podemos evitar la transmisión de malas emociones, y así contribuimos con mejorar nuestra sociedad.
Un niño que no puede expresarse frente a una clase, jóvenes incapaces de ayudar a cruzar la pista a un invidente, parejas que terminan su relación... 
Éstos son problemas que generan el no saber expresar y compartir nuestras buenas emociones, ésas que nos impulsan a hacer buenas acciones y dar solución a los problemas de los demás. 
Para terminar bien el día salimos a dar un paseo en la noche, para dar una solución cantamos sin temor, caminamos y aligeramos el paso hasta lograr correr sin miedo alguno. Damos un paseo alrededor del mundo y regresamos cada vez que alguien se sienta inseguro, cada vez que alguien necesite compañía.





Dejo un vídeo donde se muestran diversas emociones y el cómo nos afrontamos a ellas a diario:



viernes, 18 de octubre de 2013

La liebre y el lobo


Era un lobo que caminaba solitario después de dejar huir una presa, de pronto apareció una liebre blanca, muy escurridiza. El lobo la vio y en seguida la capturó.

Era muy temprano y el sol dañaba sus ojos, el lobo la vio entre sus garras, la liebre solo temblaba y susurraba en silencio. 
El lobo logró escuchar esto: "por favor Dios que no me coma, por favor que no lo haga".

Pensó que la liebre era un tanto especial, sintió algo dentro que bloqueó el hambre.

A la liebre le encantaban los ojos de su enemigo, el lobo se preguntaba ¿qué tengo en la cara, que no deja de verme?, el lobo se acercó a la laguna y descubrió sus ojos hermosos. La liebre, con cierto temor se acercó y en el agua vio también su hermosura.

Al saber que ella era hermosa, la liebre desapareció dando brincos y dejando atrás al que antes se fijó en ella, entonces el lobo decía: "Vuelve, por favor Dios haz que vuelva".

El lobo pensó que sería mejor así y siguió hambriento. En el camino pudo ver a la liebre atrapada en las garras de otro lobo, ella le decía: "qué hermosos ojos", pero este lobo se la devoró en seguida.



Cuento sin principio pero con final

sentóse el escritor en la silla de siempre, tomó el café cargado de siempre... ...pero no supo qué escribir. FIN